lunes, 1 de febrero de 2010

El ocaso (ya muy anunciado) del monismo jurídico

La sierra nos puede dar claridad sobre distintas cosas, nos puede hacer llorar y darnos golpes de pecho sobre la cruda y desigual realidad del país y sobre el pírrico destino que le espera a jóvenes como Jesús o cualquier otro perteneciente a grupos paramilitares de zonas marginales de Medellín.
Pero más allá de eso creo que el mensaje primordial del gringo que hizo la película es un debate alrededor del estatismo jurídico.
Porque cuando observamos las bandas paramilitares que operan en estas zonas de miseria, nos encontramos con una sinergia bastante amorfa y policromática entre el triunvirato pluralista que Santos menciona: burocracia, retórica y violencia.

Pienso que aquí el papel es ver bajo la lupa de una visión neoaustiniana, donde el sistema jurídico es netamente político y coercitivo, la para-institucionalidad con la que se contaba en esta zona. Donde había poca cabida a la presencia estatal, sino venia vestida del manto despótico de una corrupta fuerza policial. Y donde la violencia era el constante pan de cada día por la disputa de la fuerza coercitiva de La Sierra, primero entre grupos guerrilleros y paramilitares; y después entre facciones paramilitares.

Es en esta reflexión donde se llega a la idea que Christian Courtis sostenía acerca de que el derecho es un mero instrumento político-axiológico que la sociedad se impone en base a un modelo de establishment, que mas gráfico que ver como los paras eran los encargados del entretenimiento en el barrio trayendo bazares para ganar la legitimidad del barrio. Esto implica que el poder y la pugna por este es el motor mas influyente en los avatares de los barrios, sin importar su estrato social, en otras palabras, que el mundo del microestado se ve contrastado constantemente bajo los tres periodos espacio-temporales que Santos menciona: el transnacional, el nacional y el local. Y que su interpenetración da como resultado la preponderancia de la esfera local sobre las otras tres, que no desaparecen sino que permanecen en una relación recesiva.

Este es un buen ejemplo de cómo en la periferia se puede ostentar sistemas que cuestiones la monopolización de la violencia legítima al estado, y que sobre este mismo gire su lógica social y coercitiva, donde no se prepondere tanto ni la burocracia. No obstante la retórica si juega un papel en mayor medida especialmente cuando el sistema jurídico para-estatal tiene que prever la resolución de conflictos intra-barriales.

Esto nos lleva indefectiblemente a proponernos preguntas como, ¿es la presencia estatal la herramiento resolutoria idónea de este embrollo pluralista? y si es así ¿qué retos enfrenta la tensión estado-paramilitares como instituciones regidoras de coerción?

Felipe Montoya Rodríguez Cod. 200912343

No hay comentarios.:

Publicar un comentario